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El trabajo del conocimiento, un reto del siglo XXI

A las personas nos cuesta mucho cambiar. Se pudo ver durante la transición a la Era Industrial, y aunque no nos demos cuenta, está volviendo a suceder ahora, en pleno inicio del siglo XXI, en que la mayoría de nosotros tenemos lo que Peter Drucker denominó hace años un trabajo del conocimiento. No enteder esta realidad y actuar en consecuencia puede generar —de hecho ya lo está haciendo—, una gran cantidad de trabajadores “commodity”, trabajadores fácilmente sustituibles que, en el peor de los casos terminarán perdiendo su empleo y, en el mejor, se verán abocados a una reconversión laboral traumática, como ya sucediera en el siglo XIX con la llegada de la automatización de los procesos de producción.

Ser un trabajador del conocimiento significa que tu productividad ya no se mide por la cantidad de cosas que haces, sino por los resultados que consigues. Un barrendero, por ejemplo, puede medir su productividad por los metros de calle que barre; a más metros, más productividad. Pero al trabajador del conocimiento no se le paga por escribir informes, responder correos u organizar reuniones, sino por escribir los informes, responder los correos y organizar las reuniones correctos.

Para conseguir hacer lo correcto, entiendo por correcto aquello que nos permita alcanzar los resultados que perseguimos, es necesario desarrollar un hábito clave: separar las etapas de pensar y ejecutar, consciente y cronológicamente. Mientras que para un trabajador manual resulta evidente lo que se tiene que hacer —el trabajo de un barrendero consiste en barrer la mayor cantidad de metros de calle en el menor tiempo posible—, para un trabajador del conocimiento la cosa es un poco más complicada. Al menos en una buena parte, el trabajo debe ser definido antes de poder ser ejecutado, en el sentido de que hay que decidir qué hay que hacer exactamente, cómo y cuándo y, por ende, qué puede hacerse después o, simplemente no hacerse. Para eso, antes de ponernos a hacer primero es necesario pensar sobre todos y cada uno de los inputs que recibimos. Fruto de ese “pensar” surgirán decisiones, que tendremos que organizar de algún modo para que nos sirvan de guía a la hora de ponernos manos a la obra.

Acabamos de decir que no sólo hay que decidir qué hay que hacer, sino también qué puede quedarse sin hacer. Efectivamente, otra de las características del trabajo del conocimiento es que no importa lo eficientes que seamos, siempre vamos a tener más cosas por hacer que tiempo disponible para hacerlo. Como consecuencia ineludible, una competencia fundamental que debe desarrollar todo buen trabajador del conocimiento es aprender a posteriorizar, como diría mi buen amigo y colega José Miguel Bolívar, lo que choca frontalmente contra el hábito de priorizar que nos han estado enseñado hasta ahora en los cursos de gestión del tiempo. Es decir, que nuestra productividad depende directamente de la cantidad de cosas que somos capaces de posponer, con objeto de hacer espacio para las cosas que sí hay que hacer.

Estas y otras ideas resultan aún extrañas, cuando no contradictorias, para muchos profesionales que trabajan en las organizaciones de hoy en día. Si a ello le sumamos que cada vez más procesos reservados tradicionalmente a los humanos se están viendo automatizados en las empresas, gracias a la inteligencia artificial, nos encontramos con un panorama desolador: muchas personas perderán sus puestos de trabajo “de oficina” en los próximos años si no hacen nada para remediarlo.

¿La solución? Adoptar cuanto antes nuevos modelos laborales, por ejemplo, convirtiéndonos en “knowmads” —nómadas del conocimiento—, concepto propuesto por John Moravec, o desarrollar las compentencias necesarias que nos permitan gestionar adecuadamente las necesidades del trabajo del conocimiento, por ejemplo, implantando estándares de organización y productividad personal como GTD (del inglés Getting Things Done), desarrollado por David Allen.

El problema está identificado, y las soluciones están ahí. ¿Qué vas a hacer al respecto?

Por Jerónimo Sánchez
Consultor artesano en efectividad
centrada en las personas
www.jeronimosanchez.com
 

 

 

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