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Dossier special

El juego y la competencia como motivadores del aprendizaje y el mejor desempeño

Hace un par de años, me di cuenta de que mi hijo más chico, a pesar de tener inglés como asignatura desde primer grado, no sabía el significado de la palabra “sister” y que poco había avanzado considerando que había tenido inglés casi 5 años.

Sin embargo y sin que hubiera tomado estudios formales, hablaba bastante fluidamente el  portugués con un amiguito de juegos on line.

Le pregunté al respecto y me comentó que ante la necesidad de comunicarse para coordinar las estrategias para jugar, había optado por aprender ese idioma con Duolingo, que le iba muy bien y que había superado no sé cuántos niveles.

Me sorprendió además, mirando una película con mis chicos, cuánto conocían de la ciudad de Florencia. “Assassins Creed” (un juego de video), me dijeron al unísono cuando les pregunté dónde habían aprendido tanto de esta ciudad.

Las personas aprenden (y hacen en general) por diversas motivaciones: obligación, curiosidad, necesidad, deseos de superación personal, diversión, conveniencia, competitividad, placer…  Algunas de estas motivaciones son ajenas a nosotros  - aprendemos lo que nos enseñan en el colegio o la universidad porque debemos aprobar los exámenes, aprendemos determinadas habilidades y competencias porque las necesitamos para desempeñarnos laboralmente, etc.  -. No obstante, las motivaciones propias, aquellas que surgen de nuestros propios intereses, son las que realmente nos mueven a aprender, a hacer y superarnos.

 Es sabido que recordamos el 10% de lo que leemos y el 20% de lo que escuchamos. Si se combina con imágenes, el porcentaje se eleva al 30%. Si se observa a alguien haciendo una demostración, recordamos en un 50%. Pero recordamos el 90% si las acciones las hacemos nosotros mismos.

Y si además, nos divertimos y/o competimos, la absorción es casi completa.

¿Y por qué no entonces incorporar el juego al aprendizaje? ¿Y al trabajo?

Analicemos brevemente cuales son los elementos que componen la mecánica de los juegos: Obviamente, el primer elemento que podemos identificar es la diversión. Un juego debe divertirnos, estimularnos. No obstante, otros de los elementos principales son el desafío y la competencia, los juegos son divertidos de por sí, pero si además competimos y mostramos a los demás lo buenos que somos en algo, mucho mejor.

Ganar, competir, son elementos muy movilizadores, ya sea en un juego o en cualquier aspecto de la vida.

Gamification es la aplicación de elementos del juego y las técnicas de diseño interactivos para involucrar y motivar a los usuarios para lograr objetivos de aprendizaje o mejora.

Cada vez más se aplican estos elementos, incluso en las instituciones formales de estudio. La llamada Formación por Competencias, apela a la simulación de situaciones reales y el ensayo como abordaje para el aprendizaje de habilidades y competencias académicas. En este caso, es el desafío a realizar las tareas propuestas lo que potencia la aprehensión del conocimiento tanto teórico como práctico.

Si a esto además le sumamos la práctica de Revisión entre Pares, esto es, que sus propios compañeros de curso evalúan las tareas desempeñadas, entra en juego la competitividad y las ansias de “ganar” o destacarse.

Y nos preguntábamos más arriba si esto podía aplicarse también en el ámbito laboral. Obviamente la respuesta es un rotundo si, con el complemento de que además, ganar o desatacarse, no es sólo un triunfo para el propio ego, sino también una posibilidad real de mejora o éxito en la carrera.

Por eso cada vez más las empresas utilizan elementos propios de los juegos en sus prácticas para muchos propósitos, no sólo en el área de recursos humanos para motivar e involucrar a los empleados, sino también para fidelizar clientes, mejorar procesos, etc.

Y lo más importante, en esta clase de juegos, todos ganan.
 

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Lic. Silvia Anabitarte
Consultora e-learning
 

 

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